Durante años, en el taller de escritura de Clara Obligado, hemos admirado a Irène Némirovsky. No solo por ser una excelente escritora, sino porque siguió escribiendo cuando la perseguían los nazis.

Este hecho es utilizado a menudo por Clara para regañarnos (con cariño) cuando vamos a la clase semanal y no llevamos textos para leer. «Si la Némirovsky podía escribir cuando se escondía de los nazis, vosotros no tenéis excusa». Y nosotros respondemos (también con cariño) que «si no tuviéramos otra cosa que hacer que escondernos de los nazis, tendríamos tiempo para escribir». Entiéndase la ironía y que nadie se ofenda, por favor.

Llega la cuarentena

No os voy a engañar. Mis primeros pensamientos ante la situación actual fueron automáticos: «¡Tiempo extra para escribir!» «¡Hay que aprovechar, que luego no se puede!». Y un extraño alivio ante poder quedarme en casa libre de otras obligaciones y rutinas.

¡No! Error fatal. Resulta que las noticias, las redes sociales, la preocupación y cierto nivel de ansiedad me ocupan lo que antes me ocupaba mi vida normal. Casi no puedo centrarme para leer, ni mucho menos para escribir.

No es fácil escribir cuando la vida se te ha dado la vuelta. Y lo que nos está ocurriendo a nosotros (con toda la seriedad que tiene y la trascendencia que va a tener) parece suave comparado con la reclusión de Irène Némirovsky. Si no sabes cómo acabó, te lo cuento: ella y su marido murieron en Auschwitz. Ella, de tifus. Él, en la cámara de gas. Si entre su vida con la estrella de David en la ropa, la huída y encierro para ocultarse y el desenlace fatal, Irène consiguió escribir mucho más que unas pocas líneas, ya no encuentro palabras para expresar mi admiración.

Irène Némirovsky

Nació en Ucrania en 1903. Su familia tuvo que huir de Rusia tras la Revolución de 1917. Hablaba seis idiomas y tras, establecerse en Francia, adoptó el francés como lengua para su escritura.

Su carrera literaria comenzó con la novela «David Golder» y se convirtió en una autora de éxito con este y otros textos.

Os recomiendo especialmente la novela corta «El baile» (1930). Es un texto aparentemente sencillo, que nos atrapa bajo la mirada de la protagonista. A lo largo de sus páginas vemos que esa mirada está viendo muchas cosas y descubrimos los múltiples significados y lecturas que se esconden en cada palabra. Sin duda, una obra maestra.

Alrededor de 1938 empezaron los problemas, cuando Francia rechazó concederle la nacionalidad y al poco se convirtió en la Francia de Vichy, colaboracionista con los nazis. A partir de ahí, el calvario que he mencionado más arriba.

Nuestro «calvario» puede llevarse bien mientras tengamos una casa en la que estar y el coronavirus no nos alcance. Tenemos internet, teléfono, Netflix, música, etc. Hagamos lo que nuestra cabeza y nuestro cuerpo nos pidan para pasar esta cuarentena lo mejor posible. (¡Eso sí! ¡Sin salir a la calle, por favor!).

Si quieres dedicarle un rato al asombro, lee a Irène Némirovsky. Ahora puedes hacerlo en versión digital o cuando todo esto pase, en papel. Disfruta de lo que estos tiempos nos dejen disfrutar y ¡arriba el ánimo!

Estos son los sitios de los que he extraído la información para este artículo:

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